"Fello Suberví: el político que caminó con el pueblo y murió con sus ideales intactos"

A su alrededor, construyó no un simple equipo político, sino un batallón de leales. Gente que lo seguía no por conveniencia, sino por convicción. Su liderazgo era orgánico, tejido con hechos y respeto, no con cheques ni chantajes.

Opinión18 de julio de 2025 Darwin Feliz Matos
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Rafael Suberví Bonilla, a quien todos llamaban con respeto y cercanía "Fello", no fue un político de escritorio ni un servidor de intereses. Fue un político a tiempo completo, de esos que se forman en la lucha, se curten en la calle y se sostienen en sus convicciones sin claudicar jamás.

Fello fue alcalde del Distrito Nacional, pero también fue mucho más: un símbolo de la lealtad política, un hombre forjado en las ideas del doctor José Francisco Peña Gómez, a quien siguió no como un simple discípulo, sino como un heredero de sus valores más profundos: la solidaridad, la justicia social y el compromiso con los de abajo.

Durante su gestión como síndico dejó huellas palpables. Obras como el Paseo de la Churchill y la peatonalización de la calle El Conde no fueron simples intervenciones urbanas, fueron decisiones visionarias que transformaron el corazón de la capital y siguen siendo parte del legado vivo de una ciudad moderna. No hizo política para figurar, la hizo para servir, para dignificar.

Como ministro de Turismo, supo que el desarrollo del país no podía depender del azar. Fundó una política turística con visión, estructuró instituciones como POLITUR (Policía de Turismo), y comprendió que el turismo era también patria, empleo, identidad y futuro. Su paso por esa cartera fue como el resto de su vida: serio, planificado, comprometido.

Pero más allá de los cargos y las obras, Fello fue un hombre raro en la política dominicana: humano en su trato, comprensivo con el adversario, solidario con el caído y coherente con sus ideas hasta su último aliento. Nunca traicionó a su partido, nunca se vendió, nunca reculó en la defensa de lo que creía justo. Por eso, cuando hablaba, hasta el silencio lo escuchaba.

A su alrededor, construyó no un simple equipo político, sino un batallón de leales. Gente que lo seguía no por conveniencia, sino por convicción. Su liderazgo era orgánico, tejido con hechos y respeto, no con cheques ni chantajes.

Hoy, con su partida, no solo llora su familia, no solo pierde el Partido Revolucionario Moderno (y antes, el Revolucionario Dominicano). Pierde la República Dominicana a uno de sus mejores hombres. Se va un patriota. Se apaga una voz, pero queda su eco en las obras, en los barrios, en la gente.

Fello Suberví Bonilla no será olvidado. Porque los que luchan por causas justas, aunque mueran, siguen caminando con su pueblo.

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