Exrebelde Petro acerca la izquierda al poder en Colombia

Elecciones 23 de mayo de 2022 Por ASTRID SUÁREZ
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Un partidario del candidato presidencial Gustavo Petro sostiene una bandera con la imagen de Petro antes de un mitin de cierre de campaña en Zipaquirá, Colombia, el domingo 22 de mayo de 2022. Las elecciones están programadas para el 29 de mayo. (AP Foto/Fernando Vergara)

FUSAGASUGÁ, Colombia (AP) — Aclamado por centenares, el izquierdista Gustavo Petro sube a una tarima rodeado de una decena de escoltas y resguardado por dos escudos luego de advertir un supuesto plan para atentar contra su vida. Desde el edificio contiguo, un policía de comandos especiales de Colombia vigila con un arma larga.

Las amenazas lo persiguen en la recta final de una agitada campaña presidencial en el país andino, donde décadas atrás líderes populares como Jorge Eliécer Gaitán y Luis Carlos Galán fueron asesinados cuando tenían posibilidades reales de llegar al poder.

La actual campaña, ha dicho, es su último intento por conquistar la presidencia que le ha sido esquiva dos veces. Las encuestas lo dan como favorito, aunque con el pasar de las semanas el candidato de derecha Federico Gutiérrez ha recortado diferencia. Los comicios serán el 29 de mayo.

Petro, quien en su juventud fue guerrillero, intenta disipar las críticas de sus contradictores desde la tarima al prometer que no extendería su periodo presidencial más allá de los cuatro años permitidos por la ley, ya que la reelección está prohibida. “Permítanos sembrar los pilares de esa transición, los pilares de ese cambio”, les dijo a unas 700 personas que esperaron su llegada por tres horas bajo un inclemente sol en Fusagasugá, un pueblo a 59 kilómetros de Bogotá.

“Tenemos que apoyar el cambio, no podemos seguir con el continuismo”, dijo a The Associated Press el estudiante Juan Sebastián Hernández mientras sostenía una bandera de Colombia. “Los jóvenes ya reaccionamos, estamos cansados de que nos sigan matando”, agregó el colombiano de 22 años.

De llegar al poder Petro se convertiría en el primer presidente de izquierda en Colombia, una posibilidad que ha generado resistencia y temor en algunos sectores por posibles cambios económicos y sociales: no daría nuevas licencias para explotar petróleo, haría una reforma agraria, elevaría los impuestos a los grandes terratenientes que tienen tierras improductivas y “democratizaría” los recursos, una propuesta que genera tal recelo que Petro juró en una notaría que no expropiaría bienes.

“No es la guerra, es la educación; no es el petróleo y la cocaína, es el trabajo sobre el surco bajo el sol y la transformación de los productos en la industria; no es una oligarquía minoritaria gobernando a Colombia, es una democracia multicolor”, explicó Petro, candidato del Pacto Histórico, ante la multitud.

En la primera fila, María Cárdenas, de 76 años, lo apoyaba porque cree que gobernará para los pobres. “No puedo trabajar porque estoy enferma, no tengo casa, no tengo nada. Él dice que nos va a ayudar, por eso estoy aquí”, dijo la mujer.

A sus 62 años, Petro busca un “cambio” para Colombia que involucre al “pueblo” y se despacha contra el actual gobierno del conservador Iván Duque, apadrinado por el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), su más férreo opositor.

Su discurso ha madurado con los años, pero se empezó a proyectar desde su juventud. En 1978, cuando apenas era un estudiante de Economía, Petro eligió entrar a la guerrilla urbana Movimiento 19 de abril o M-19, llamada así en conmemoración de la fecha de las elecciones presidenciales de 1970 en las que fue denunciado un presunto fraude que evitó que el general Gustavo Rojas Pinilla llegara al poder.

Nacionalista y antiimperialista, el M-19 buscó el poder por las armas y es recordado por golpes simbólicos como el robo de la espada de Simón Bolívar en Bogotá y otros más atemorizantes, como las tomas de la embajada de República Dominicana con rehenes y la del Palacio de Justicia, donde funcionaban las altas cortes, que terminó en una tragedia luego de que el ejército intentó tomar el control a la fuerza y murieron decenas de magistrados, guerrilleros y otros fueron desaparecidos.

Petro no llegó a ser comandante de la guerrilla, en la que fue más bien un miliciano, y tampoco carga a cuestas mayor responsabilidad por la tragedia del Palacio de Justicia en 1985 porque estaba en la cárcel. Allí, según ha denunciado, fue golpeado y sometido a “tortura china”, que consiste en hacer caer sobre la víctima inmovilizada una gota de agua sin cesar durante horas.

Everth Bustamante, excomandante del M-19 y luego senador, recuerda que conoció a un joven Petro de 18 años en Zipaquirá -un pueblo cercano a Bogotá donde vivió en su juventud- cuando se vinculó a un grupo de apoyo urbano a la guerrilla. “Petro no tiene un papel destacado (en el M-19) hasta cuando firmamos los acuerdos de paz” en 1990, contó Bustamante. Su paso por la cárcel no se dio por una “actividad político militar” de la guerrilla, agregó, sino por ayudar a una comunidad a tomar un predio ilegalmente para construir un barrio.

“Desde sus orígenes ha sido partidario de una línea más de levantamiento y de insurrección de los sectores populares... tiene unos delirios de ser el llamado a resolver todos los problemas y llevar al país al paraíso, es un discurso demagógico, populista”, aseguró a AP Bustamante, quien primero fue su aliado y ahora es uno de sus opositores.

Las armas del M-19 fueron fundidas y convertidas en lingotes de acero luego de la firma del acuerdo de paz con el gobierno en 1990. Petro, junto con unos 900 guerrilleros más, abandonaron la insurgencia y fundaron un partido político. Algunos fueron asesinados y otros se convirtieron en alcaldes, gobernadores o senadores.

En la legalidad Petro ha sido senador de la oposición en varios periodos y es recordado por denunciar en el Congreso vínculos entre paramilitares y políticos, varios de ellos ahora condenados.

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